Capítulo 6

Dong Zhuo quema la capital

Al quemar la capital, Dong Zhuo provoca una matanza

Cuando esconde el sello de jade, Sun Jian rompe su juramento

Zhang Fei se lanzó al paso al galope, pero tuvo que retroceder ante una lluvia de flechas y rocas. Los ocho nobles felicitaron a los tres hermanos por sus victorias con un banquete. También enviaron un mensajero al campamento de Yuan Shao con noticias de la victoria. Yuan Shao ordenó a Sun Jian avanzar inmediatamente.

Sun Jian fue a ver a Yuan Shu a su campamento acompañado de dos de sus mejores generales, Cheng Pu y Huang Gai.

Mientras trazaba figuras en el suelo con un cayado, Sun Jian dijo:

—Nunca ha habido enemistad entre Dong Zhuo y yo. Y aun así he luchado sin preocuparme de las consecuencias, exponiendo mi cuerpo a rocas y flechas en batallas a muerte. ¿Y para qué? Para librar a la nación de un tirano y un rebelde, y como favor a tu familia. A pesar de todo esto, tú preferiste escuchar rumores sobre mí y no me enviaste los suministros necesarios. Y por eso mi ejército resultó derrotado. ¿Cómo pudiste?

Yuan Shu estaba demasiado asustado para responder. Ordenó ejecutar al calumniador para apaciguar a Sun Jian. De pronto, alguien le dijo a Sun Jian:

 

—Un general enemigo ha cabalgado hasta tu campamento y desea verte.

Sun Jian volvió a su campamento, donde encontró a Li Jue, uno de los comandantes de mayor confianza de Dong Zhuo.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó.

—Eres el único de los generales enemigos por los que mi maestro muestra admiración, por eso desea forjar una alianza entre las dos familias. El Primer Ministro tiene una hija y desea casarla con vuestro hijo.

—¡Dong Zhuo ha traicionado el mandato del cielo al someter a la familia real!—respondió Sun Jian cargado de ira—. Quisiera acabar con él y toda su estirpe, descendientes y ancestros por igual. ¡Por qué querría tener una alianza con él! ¡No te mataré pero vete de aquí y hazlo rápido! Rendid el paso y respetaré vuestras vidas. Si no haré picadillo con vuestros cuerpos.

Li Jue huyó e informó a su señor del comportamiento descortés de Sun Jian. Dong Zhuo se puso furioso y preguntó a Li Ru qué acción tomar.

—La reciente derrota de Lu Bu ha desmoralizado a nuestras tropas. Será mejor que nos retiremos a la capital y traslademos al Emperador a Changan, tal y como reza la canción infantil[1]:

 

Un Han en el Oeste, un Han en el Este,

Para evitar el peligro, el venado[2] debe moverse a Changan.

 

—La primera línea nos cuenta la historia de la dinastía. Liu Bang, el Ancestro Supremo, llegó al poder en la ciudad de Changan, capital durante el mandato de doce emperadores de ahí las palabras: “un Han en el Oeste”. “Un Han en el Este” hace referencia a los doce emperadores que permanecieron en Luoyang, la capital del Este, comenzando por Liu Xiu. El círculo se cierra aquí mismo. Su excelencia debería mover la capital a Changan para evitar el peligro.

—De no ser por tus palabras,  jamás lo habría comprendido—dijo Dong Zhuo complacido.

Cabalgando día y noche, Dong Zhuo y Lu Bu regresaron a Luoyang . Una vez allí convocó a la corte a una gran asamblea y les habló con estas palabras:

—Tras doscientos años siendo la capital, Luoyang ha perdido la energía que la hacía vibrar. Percibo que el aura que necesita la casa de Han ha vuelto a Changan. Es por esto que deseo trasladar la corte al Oeste. Será mejor que os preparéis para el viaje.

—Os ruego que lo consideréis una vez más—protestó Yang Biao, ministro del interior—, la tierra entre los pasos está en plena decadencia. Si abandonamos las tumbas imperiales y los templos de los ancestros, el pueblo se asustará y es mucho más fácil asustar al pueblo que calmarlo.

—¿Te opones a los planes del estado? —contestó Dong Zhuo con enfado.

—Las palabras de Yang son correctas—dijo Huang Wang, Gran comandante—. En el pasado, cuando Wang Mang trató de hacerse con el imperio, Fan Chong junto a los Cejas Rojas arrasaron Changan hasta los cimientos[3]. Hubo pocos supervivientes. No hay ninguna ganancia en abandonar estos palacios por un erial.

—El Este del paso está lleno de rebeldes y todo el imperio se encuentra en el caos. Changan está protegida por por las montañas Yaohan y el paso Hangu. No solo eso, está cerca del área al oeste del monte Longshan, donde hay madera, piedra, ladrillos y baldosas en abundancia. En apenas un mes tendremos nuevos palacios. ¡Así que basta con vuestra palabrería!

Y aun así Xun Shuang, ministro de trabajo, protestó una vez más en nombre del pueblo, pero sus palabras no fueron escuchadas.

—¡Mis planes afectan a toda la nación! ¿Cómo puedo detenerme por unos pocos?

Aquel día Yang Biao, Huang Wan y Xun Shuang perdieron sus cargos.

Dong Zhuo salió a montar en su carro, allí se encontró a otros dos oficiales que lo saludaron. Eran estos Zhou Bi, encargado de la administración civil, y el Capitán de las puertas de la ciudad, Wu Qiong. Dong Zhuo se detuvo y les preguntó por sus intenciones.

—Queremos convencerte de que no traslades la capital.

—Vosotros me convencisteis para dar un cargo a Yuan Shao—contestó Dong Zhuo—. Y ahora es un rebelde. ¡Seguro que estáis en el mismo bando!

Ordenó a sus soldados que los sacaran de la ciudad y los decapitaran. Entonces dio la orden de traslado de la capital con efecto inmediato.

—No tenemos suficiente comida ni dinero—explicó Li Ru—, y hay muchas familias adineradas en Luoyang. Podríamos confiscarles sus pertenencias. Aunque solo acabemos con aquellos relacionados con Yuan Shao, conseguiremos un gran botín.

Dong Zhuo envió a cinco mil soldados a por las familias adineradas. Capturaron miles de personas, y pusieron banderas sobre sus cabezas con las palabras: “Traidores y rebeldes”. Los sacaron de la ciudad y allí los ejecutaron. Todas sus propiedades fueron confiscadas.

Li Jue y Guo Si obligaron a la población de Luoyang a salir de la ciudad y dirigirse a Changan. Apostaron soldados para que los espolearan en su viaje. Muchos de ellos murieron en el camino y cayeron a los lados de la carretera. El ejército tenía permiso para deshonrar a mujeres e hijas y adueñarse de las posesiones de los fugitivos. El sonido de los lamentos llegaba hasta el mismo cielo.

La última orden de Dong Zhuo antes de abandonar la capital fue quemar la ciudad: casas, palacios y templos ancestrales fueron incendiados. Un río de llamas se extendía desde el palacio del norte al palacio del sur. Luoyang fue reducida a cenizas.

Lu Bu se encargó de profanar los mausoleos de emperadores y emperatrices para reunir cuantas joyas y tesoros pudiera encontrar. Y los soldados aprovecharon para hacer lo mismo en las tumbas de antiguos miembros del gobierno. El botín reunido en plata, perlas, sedas y joyas, era más que suficiente para llenar miles de carros. Con estas riquezas y la familia imperial, Dong Zhuo partió a Changan.

 

Cuando supo que Luoyang había sido abandonada, Zhao Cen, general de Dong Zhuo en el paso del río Si, abandonó la posición. Sun Jian la ocupó inmediatamente, mientras Liu Bei y sus hermanos se adueñaban del Paso de la trampa del Tigre. El resto de los nobles también avanzaron.

 

Así que volvamos con Sun Jian que se apresuraba a la capital. Desde la distancia se podían ver las llamas que ascendían al cielo y un denso humo negro que cubría el suelo por cientos de li. No había signos de vida, ni un pollo, ni un perro, ni un solo ser humano. Ordenó a sus hombres que apagaran los fuegos y preparó lugares para que acamparan los nobles en aquella tierra desolada.

Cao Cao fue a ver a Yuan Shao.

—Dong Zhuo ha huido al Oeste. Deberíamos seguirlo y atacarlo por la retaguardia sin pérdida de tiempo. ¿Por qué has detenido a tus tropas?

—Nuestras tropas están exhaustas—argumentó Yuan Shao—. Me temo que no ganaríamos nada con un ataque.

—El traidor ha reducido a cenizas el palacio imperial y secuestrado al Hijo del Cielo. Todo el país ha sido arrojado al caos, y nadie sabe a quién seguir. En estos momentos de divina desesperación, una sola batalla puede pacificar el país. ¿Por qué dudáis?

Pero todos los nobles eran de la misma opinión.

—¡No se puede discutir de estrategia con estúpidos críos! —gritó Cao Cao furioso.

Con estas palabras se fue en persecución de Dong Zhuo. Junto con él llevaba a sus seis generales: Xiahou Dun, Xiahou Yuan, Cao Ren, Cao Hong, Li Dian, y Yue Jing; más diez mil soldados.

El camino a la capital atravesaba Xingyang[4]. Cuando Dong  Zhuo llegó, el gobernador de la comandancia Xu Rong salió a recibir a la comitiva.

—Ya que existe el peligro de que nos persigan—aconsejó Li Ru—, sería una buena idea ordenar a Xu Rong que prepare una emboscada a las afueras de la ciudad. Puede ocultar sus tropas a este lado del paso entre las montañas y dejar pasar al enemigo, para atacarles cuando no se lo esperen. Así sabrán de lo que somos capaces.

Dong Zhuo ordenó a Lu Bu que se hiciese cargo de la retaguardia.

Al poco tiempo llegó el ejército de Cao Cao.

—De no ser por las habilidades de Li Ru, éste habría sido nuestro fin—dijo Lu Bu riendo. Tras esto, desplegó a sus tropas en formación de batalla.

Cao Cao cargó al galope gritando.

—¡Traidores! ¡Secuestradores! ¡Habéis expulsado al pueblo de sus casas! ¿A dónde vais ahora?

—¡No eres más que un rebelede que ha dado la espalda a su señor! —respondió Lu Bu—¿A quién crees que engañas con esas palabras?

Xiahou Dun alzó su lanza y cargó directamente contra Lu Bu. Apenas se había iniciado el combate, cuando Li Jue aprovechó la oportunidad y atacó por el flanco izquierdo. Cao Cao envió a Xiahou Yuan a hacerle frente. Entonces llegaron más gritos provenientes del flanco derecho. Eran Guo Si y sus hombres. Cao Cao envió a Cao Ren contra Guo Si. Los ejércitos embestían desde tres direcciones distintas y era imposible resistir. Xiahou Dun no era rival para Lu Bu, por lo que tuvo que huir de vuelta a sus líneas. En ese momento Lu Bu cargó con su caballería pesada y dio el golpe de gracia. Derrotado, el ejército de Cao Cao se retiró a Xingyang.

No fue hasta la medianoche, cuando la luna brillaba como si fuera el mediodía, que consiguieron reagruparse. Y estaban cavando agujeros para preparer la cena[5], cuando se oyeron gritos que provenían de todas partes. Era el ejército de Xu Rong que salía de sus escondrijos. Cao Cao espoleó a su caballo a toda velocidad. Buscaba con desesperación una vía de escape pero llegó hasta la posición de Xu Rong. Y éste, mientras Cao Cao se daba la vuelta, cogió una de sus flechas y le disparó en el hombro. Con la flecha clavada, Cao Cao huyó para salvar la vida a la falda de la colina. Allí le esperaban dos hombres tras un arbusto. Cuando vieron el caballo de Cao Cao, se abalanzaron sobre él con sus lanzas. El caballo cayó y Cao Cao con él.

Estaba a punto de ser capturado cuando de repente llegó otro jinete al galope. Mató a los soldados con su espada y rescató a Cao Cao. Se trataba de Cao Hong.

—¡Éste es mi fin! —dijo Cao Cao—. ¡Sálvate tú!

—¡Rápido, monta en mi caballo! —lo apremió Cao Hong—. ¡Yo iré a pie!

—¿Qué harás si vienen esos bandidos?

—¡El mundo puede vivir sin Cao Hong, pero no sin ti!

—Si sobrevivo, te deberé la vida—dijo finalmente Cao Cao.

Cao Hong se quitó la armadura y caminó junto al caballo espada en mano. Así continuaron hasta el cuarto toque[6] cuando vieron un amplio río frente a ellos que les bloqueaba el paso. Detrás podían oír a sus perseguidores que cada vez estaban más cerca.

—Esto es el fin—dijo Cao Cao—. ¡No creo que pueda conseguirlo!

Cao Hong ayudó a Cao Cao a desmontar y quitarse la armadura y el casco. Tomó a Cao Cao a su espalda y juntos cruzaron el río. Apenas habían alcanzado la otra orilla, cuando el enemigo llegó hasta el río y comenzó a dispararles flechas.

Al amanecer ya habían huido otros 30 li y se sentaron a descansar junto a un precipicio. De pronto, se oyeron gritos según se aproximaba un contingente de hombres y caballos. Era el gobernador Xu Rong que había vadeado el río.

A Cao Cao le entró el pánico pero Xiahou Dun y Xiaohou Yuan llegaron al rescate con una docena de jinetes.

—Xu Rong, ¡no toques a mi señor! —gritó Xiahou Dun.

Xu Rong cargó contra él. Xiahou Dun alzó su lanza y se enfrentó al enemigo. El combate fue corto. Xu Rong cayó ante la lanza de Xiahou Dun y sus tropas huyeron. Poco después llegaron Cao Ren, Li Dian y Yue Jin con lo que quedaba de sus tropas. La tristeza y la alegría se mezclaban en su reencuentro. Reunieron los pocos cientos de soldados supervivientes y volvieron a Luoyang.

Pero volvamos con los nobles, que estaban acampando en Luoyang. Sun Jian había ordenado a sus hombres apagar lo que quedaba del fuego, tras lo cual acampó dentro de los muros de la ciudad. Su tienda personal se encontraba en los cimientos de uno de los palacios imperiales. Barrieron las baldosas en lo que quedaba del palacio y sellaron las tumbas imperiales que Dong Zhuo había saqueado. Aprovechando los cimientos del palacio construyó tres edificios e invitó a los nobles a depositar en ellos las tablas de los ancestros imperiales[7], y hacer una ofrenda consistente en vacas, ovejas y cerdos.

Cuando terminó la ceremonia, Sun Jian volvió a su campamento. Aquella noche las estrellas y la luna brillaban intensamente. Sun Jian cogió su espada y se sentó fuera bajo las estrellas. Mientras las contemplaba, se dio cuenta de que una neblina blanca[8] se extendía por las estrellas que componían el Recinto Púrpura Prohibido[9].

—La estrella del Emperador[10] es muy débil—se lamentó Sun Jian—. ¡No es de extrañar que un ministro rebelde se haya apoderado del estado, el pueblo se siente sobre cenizas y polvo y no quede nada de la capital!

No pudo contener las lágrimas.

Entonces apareció un soldado tras de él y señalando hacia el Sur, dijo:

—¡Hay un haz de luz multicolor que procede de un pozo al sur del palacio!

Sun Jian ordenó encender antorchas y explorar el pozo. Allí encontraron el cadáver de una mujer. Aunque debía llevar días en el pozo su cuerpo no se había descompuesto. Vestía como una cortesana de palacio y en el cuello tenía una bolsa de seda. Cuando abrieron la bolsa, encontraron una pequeña caja roja, el color imperial. Tenía un cerrojo dorado. En la caja encontraron un sello de jade. Era cuadrado, con lados de medio palmo. En él habían grabado cinco dragones entrelazados. Una de sus esquinas se había roto y estaba reparada con oro. El sello tenía ocho caracteres que leían:

Habiendo recibido el mandato del Cielo, que la vida del Emperador sea larga y próspera.

Sun Jian tomó el sello y se lo mostró a Cheng Pu.

—Éste es el Sello Imperial[11]—explicó Cheng Pu—. Hace mucho tiempo Bian He[12] vio un fénix sentado sobre una piedra al pie de las montañas Jing. Ofreció la piedra al rey de Chu que encontró en ella una pieza de jade. En el año 26 de la dinastía Qin[13], un escultor de jade hizo de ella un sello, y Li Si, el Primer Ministro del Primer Emperador ordenó que se le inscribieran estos caracteres. Dos años más tarde el Primer Emperador viajó al lago Dongting[14] y se encontró con una terrible tormenta. Su barco estaba a punto de hundirse, así que el Emperador ofreció el sello al lago como ofrenda, y la tormenta cesó de inmediato. Ocho años más tarde, cuando el Primer Emperador viajó a Huayin a inspeccionar sus dominios, apareció un anciano y bloqueó su camino. En la mano llevaba el sello de jade. Se lo entregó a uno de los asistentes con estas palabras: “Por favor, entrega esto al Dragón Fundador”. Entonces desapareció.

Así fue como el sello fue devuelto a los Qin. Al año siguiente el Primer Emperador murió. Más tarde, Zi Ying, el último emperador de los Qin y nieto del Primer Emperador, entregó este sello a Liu Bang, fundador de la dinastía Han. Doscientos años más tarde, durante la rebelión de Wang Mang, la madre del emperador, la emperatriz viuda Yuan; atacó a dos de los rebeldes con el sello. Se llamaban Wang Xun y Su Xian. Una esquina del sello se rompió y la repararon con oro. Liu Xiu, el segundo fundador de la dinastía Han, tomó posesión del sello en Yiyang y se ha transmitido desde entonces con regularidad de un emperador a otro.

Dicen que se perdió cuando los diez eunucos secuestraron al Emperador[15]. Si ha caído en las manos de su excelencia, significa que está destinado a ser el próximo emperador. No deberíamos permanecer aquí mucho tiempo. Regresemos a Changsha, al sur del Gran Río, para así preparar grandes planes.

—Eso es exactamente lo que estaba pensando—respondió Sun Jian—. Mañana fingiré estar enfermo y así regresaremos.

Se dio orden a los soldados de mantener todo en secreto.

Quién se habría imaginado que uno de los soldados allí presentes nació en la misma ciudad que Yuan Shao. Con la esperanza de ser recompensado, abandonó el campamento en la oscuridad de la noche y contó el secreto a Yuan Shao. Éste lo acogió entre sus hombres y lo recompensó.

Al día siguiente Sun Jian fue a despedirse.

—Me encuentro enfermo y me gustaría volver a Changsha. He venido a despedirme.

—Sabemos cuál es tu enfermedad—rió Yuan Shao—. ¡Se llama el Sello Imperial!

—¿De dónde provienen estos rumores? —preguntó Sun Jian pálido.

—Hemos organizado nuestro ejército para acabar con los males de la nación. El sello es propiedad del estado, y dado que lo has encontrado, deberías entregármelo como líder de la alianza. Cuando matemos a Dong Zhuo, se lo devolveremos a la corte. ¿Qué es lo que pretendes al irte así con él?

—Cómo podría haber llegado hasta mis manos—dijo Sun Jian.

—¿Qué ha sido de lo que encontraste en el pozo junto al Palacio Imperial?

—¿A qué viene este acoso? Ya te he dicho que no lo tengo—respondió Sun Jian.

—Será mejor para ti que nos lo entregues cuanto antes.

Sun Jian alzó la manos al cielo y juró:

—¡Si tengo este Tesoro conmigo y lo oculto, que tenga un final infeliz y una muerte violenta!

—Con semejante juramento—dijeron el resto de los nobles—. No debe tenerla.

Entonces Yuan Shao llamó a su informador.

—¿Estaba presente este hombre cuando sacaron esa cosa del pozo?

Furioso, Sun Jian desenvainó con la intención de matar a aquel hombre.

—Si tocas a ese hombre, lo consideraré un insulto a mi persona—dijo Yuan Shao desenvainando a su vez.

Yan Liang y Wen Chou, que se encontraban tras Yuan Shao, también desenvainaron.

Detrás de Sun Jian los generales  Cheng Pu, Huang Gai, y Han Dang dieron un paso al frente con las espadas en la mano.

El resto de los nobles trató de calmar los ánimos. Entonces Sun Jian montó en su caballo y abandonó la asamblea. Pronto levantó campamento y se dirigió al Sur.

Yuan Shao no estaba satisfecho y envió un mensaje secreto a Liu Biao, gobernador de la provincia de Jingzhou, para que capturara a Sun Jian por el camino.

Al día siguiente se supo de los avatares de Cao Cao. Yuan Shao ordenó a sus hombres dar la bienvenida al ejército derrotado y escoltarlo al campamento. También preparó una fiesta para consolarlo.

—Al principio estaba inspirado por la nobleza de nuestra causa. Y todos vosotros vinisteis en mi apoyo—se lamentó Cao Cao durante la fiesta—. Mi plan era que Yuan Shao se aproximara a Mengjin y Suanzao con su ejército de Henei, mientras el resto ocupaba los pasos estratégicos de Huanyuan y Daigu, y tomaba posesión de los graneros. Yuan Shu con las tropas de Nanyang se encargaría de los condados de Danshi y Xilin, y podría ocupar el Paso de Wu para apoyar al resto. Todos podrían fortificar sus posiciones sin combatir. Nuestra ventaja era mostrar a la nación que nuestra alianza tenía la posibilidad de acabar con los rebeldes. Así podríamos haber convencido al pueblo de que nos diese su apoyo contra Dong Zhuo y la victoria habría sido nuestra. Por desgracia, hubo dudas y retrasos y la nación ha sido defraudada. ¡Me siento avergonzado!

Los nobles no tenían palabras con las que consolarlo.

Cao Cao vio que Yuan Shao y los demás no confiaban en él y supo que la alianza nunca vencería. Así que se retiró con su ejército a Yanzhou.

 

—Yuan Shao es un inútil y pronto todos se volverán contra él—dijo Gongsun Zan a Liu Bei—. Será mejor que nos vayamos.

 

Así que levantaron campamento y se fueron al Norte. Liu Bei se quedó al cargo de Pingyuan con órdenes de crear un ejército y defender el área.

 

Mientras tanto Liu Dai, gobernador de Yanzhou, pidió prestado algo de grano a Qiao Mao, gobernador de la comandancia de Dong. Qiao Mao se negó, por lo que Liu Dai atacó su campamento, mató a Qiao Mao y se adueñó de su ejército. Yuan Shao se dio cuenta de que la alianza estaba rota así que se dirigió al Este con su ejército.

 

Pero hablemos de Liu Biao[16], gobernador de Jingzhou. Liu Biao era miembro de la familia imperial y originario de Shanyang. De joven se hizo amigo de muchos hombres de talento y él y sus compañeros eran llamados los Ocho sabios. Los otros siete eran:

 

1. Chen Xiang de Runan
2. Fan Pang de Runan
3. Kong Yu de Luting
4. Fan Kang de Bohai
5. Tan Fu de Shanyang
6. Zhang Jian de Shanyang
7. Cen Zhi de Nanyang

 

Los siete eran amigos de Liu Biao. También tenía varios consejeros: Kuai Liang y Kuai Yue de Yangping, y Cai Mao de Xiangyang. Tras leer la carta de Yuan Shao, Liu Biao ordenó a Kuai Yue y Cai Mao que avanzaran con diez mil hombres para interceptar a Sun Jian.

Apenas llegó el ejército de Sun Jian, Kuai Yue avanzó con su caballo.

—¿Por qué vienes con un ejército a bloquearme el camino? —preguntó Sun Jian.

—Siendo un servidor de los Han, ¿cómo pudiste robar el sello del Emperador? ¡Entrégamelo ahora mismo y te dejará marchar! —respondió Kuai Yue.

Furioso, Sun Jian ordenó a Huang Gai ofrecer batalla. Cai Mao avanzó listo a aceptar el desafío. Tras cruzar sus armas varias veces, Huang Gai acertó con su látigo de hierro a Cai Mao en el peto de la armadura. Cai Mao dio la vuelta a su caballo y huyó. Sun Jian trató de aprovechar la oportunidad de romper sus líneas.

Pero justo en ese momento se oyeron gongs y tambores de guerra tras la montaña. Era Liu Biao en persona con su ejército. Inmediatamente saludó a Sun Jian.

—¿Por qué crees las mentiras de Yuan Shao y atacas a tu vecino? —dijo Sun Jian.

—Ahora que te has hecho con el Sello Imperial—respondió Liu Biao—. ¿Planeas rebelarte?

—Si lo tengo conmigo—juró Sun Jian—, ¡que muera bajo una tormenta de flechas y espadas!

—Si quieres que te crea, permíteme revisar tu bagaje.

—¿Qué clase de poder posees para pensar que puedes tratarme así?

Ambos bandos iban a cruzar las armas cuando Liu Biao se retiró. Sun Jian trató de alcanzarlo. Pero detrás de la siguiente montaña había soldados ocultos que salieron al unísono. Cai Mao y Kuai Yue iban detrás de ellos. Sun Jian estaba atrapado en el medio. Era un caso de:

 

Precisamente porque el sello de jade no tiene ningún valor práctico,

Ambos iban a enfrentar sus espadas.

 

Cómo consiguió Sun Jian librarse de estas dificultades, será contado en el próximo capítulo.

 


[1] Se suponía que las canciones y rimas infantiles predecían el futuro.

[2] El pueblo llano tenía prohibido cazar venados, porque estaban asociados a la casa real.

[3] Wang Mang usurpó el trono y fundó una nueva dinastía. Los Cejas Rojas fue una rebelión campesina para acabar con él y restaurar la dinastía Han.

[4] Éste es uno de los capítulos en los que el libro difiere de la historia, aunque solo a medias. Xingyang se encuentra al oeste de Luoyang cuando Dong Zhuo está huyendo al Este. Sin embargo la batalla existió. La diferencia con los hechos reales es que Dong Zhuo no perdió Luoyang cuando trasladó la capital a Changan, por lo que el ataque a Xingyang era parte de la estrategia que Cao Cao diseñó para estrangular lentamente a Dong Zhuo. Pero sin el apoyo de los demás nobles Cao Cao fue completamente derrotado.

[5] La comida se preparaba en grandes calderos situados sobre enormes agujeros ventilados.

[6] Entre la 1 y las 3 de la mañana.

[7] Las tablas se utilizan para venerar a los ancestros y los dioses y se sitúan en aquellos lugares donde se supone que deben estar presente. Se emplean en toda Asia Oriental, en diversos ritos como los funerales y se les suelen hacer ofrendas de comida e incienso.

[8] Se creía que neblinas blancas en las estrellas indicaban que se acercaba una guerra o una batalla.

[9] El sistema de constelaciones chino se agrupa en 31 regiones, que a su vez están agrupadas en tres recintos.

[10] Este grupo de estrellas tiene la forma de un palacio, por lo que las estrellas y constelaciones que lo forman tienen nombres de puestos en el palacio.

[11] Este sello, cuya existencia fue real, fue transmitido de emperador a emperador y de dinastía a dinastía hasta el fin de la dinastía Tang en el siglo X cuando se perdió sin dejar rastro.

[12] Bian He, del estado de Chu (800 a.C.) encontró una pieza de jade en las montañas Jing y se la presentó a dos reyes Chu.Pero fue condenado porque se creía que la piedra era falsa. Le amputaron los dos pies. Cuando un nuevo rey ocupó el trono, la piedra fue reconocida como el uno de las piezas de jade más puras jamás encontradas.

[13] 221 a.C.

[14] Lago que se encuentra entre las provincias de Hubei y Hunan, su importancia es tal que el nombre de estas provincias significa “al norte del lago” y “al sur del lago” respectivamente.

[15] Capítulo 2

[16] 劉表, nombre de cortesía Jingsheng, , literalmente: sol naciente.

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