Extraído del último ebook.
Durante los capítulos del 39 al 59 vamos a oír hablar mucho de esta provincia, pues es clave para los planes de todos los protagonistas. Y la posición de la provincia es la razón principal para que existiera la batalla del Acantilado Rojo. Comprenderlo es un tanto complejo, ya que implica tener en cuenta la geografía de China y la situación estratégica de los señores de la guerra supervivientes.
Por un lado tenemos a Cao Cao, que ha derrotado a su archienemigo Yuan Shao, se ha asegurado la lealtad de Gongsun Kan en el norte y mantiene una frágil paz con Ma Teng. Cao Cao controla la llanura central, lo que equivale a controlar la mayor parte de la población y los recursos del imperio chino. También gobierna de forma directa las provincias de Xuzhou, Yuzhou, Sili, Yanzhou, Qingzhou, Jizhou, Bingzhou y Youzhou; y no solo eso, como Primer Ministro, tiene el control de la corte imperial. La legitimidad y el territorio están de su parte. A estas alturas, nadie duda de que pueda reunificar el país; solo hay un problema: el río Yangtsé. El río Yangtsé corta el mapa de China en dos y es el tercer río del mundo en longitud. Cruzar este río es tan complejo como cruzar el mar y, de hecho, los gobernadores con tierras al sur del Gran Río disponen cada uno de una poderosa flota.
Cao Cao dispone de los medios necesarios para construir una armada, pero no de la experiencia ni de las bases navales. Sin ambas, Cao Cao tiene las mismas posibilidades de unificar China que Hitler de conquistar Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial; es decir, ninguna. Si quiere cruzar el Yangtsé, Cao Cao ha de establecerse en Jingzhou, parte de la cual puede atacarse por tierra, y formar una flota. Pero ni siquiera eso le asegura la victoria total.
Sin embargo, el control de Jingzhou sí le entregaría a Cao Cao la oportunidad de conseguir un éxito parcial, tal y como hizo la dinastía Han en sus inicios. Al controlar Jingzhou, Cao Cao amenaza la provincia de Yizhou, el famoso Sichuan, y no necesita una victoria naval para ejercer presión sobre las tierras del Sur de Sun Quan. Si se estableciera firmemente en Jingzhou, el Primer Ministro podría dejar de combatir y proclamar la hegemonía, dejando a sus adversarios con menos recursos para que agonizaran durante generaciones hasta que sus descendientes pudieran restaurar un gobierno unificado para toda China.
Pero Cao Cao no es el único interesado en la provincia. Como ya hemos visto en capítulos anteriores, tanto Sun Quan como Liu Bei aspiran a controlar “Todo lo que está bajo el Cielo”, y ambos necesitan Jingzhou para sus planes. En el caso de Sun Quan, por razones contrarias a las de Cao Cao. Sun Quan tiene el Yangtsé como foso particular para protegerle, pero precisamente por eso él es el menos apropiado para atacar a Cao Cao. Sun Quan necesitaría una infinidad de barcos para desembarcos y traslado de suministros y, en caso de derrota, para evacuar a sus soldados en la otra orilla del río. Atacar por tierra es mucho más fácil si no hay un río de por medio, y eso solo se lo puede dar el control de Jingzhou. Con Jingzhou bajo su poder, Sun Quan sería capaz de amenazar la llanura central.
Para Liu Bei, la situación es más compleja, pero se basa en las dos anteriores. Si se hiciera con el control de Jingzhou, Liu Bei se convertiría en el objeto de deseo de ambos adversarios, ya que podría aliarse ora con Sun Quan, ora con Cao Cao, hasta tener la oportunidad de ocupar Yizhou, una provincia rica en recursos pero difícil de conquistar al estar rodeada de montañas. Con ambas provincias bajo su control, Liu Bei podría atacar la llanura central en pinza, dejando a Sun Quan con sus dificultades para atacar más allá del Yangtsé.
Todos; Cao Cao, Liu Bei y Sun Quan, han hecho ya sus planes. Solo queda ver quién consigue conservar la provincia.