Y finalmente, tras casi un mes sin escribir nada, ha llegado el momento de hablar de la que hasta ahora es la serie definitiva sobre los Tres Reinos. Tres Reinos (Sanguo, 三國) de 2010.
Al igual que pasó con la película de John Woo, Acantilado Rojo, crear una nueva serie sobre los Tres Reinos era todo un reto. No se trataba de cualquier historia, sino de un clásico harto conocido, que siempre podía ser comparado con otras series y películas sobre la misma época y que tenía que cumplir las expectativas de un mundo moderno.
Su director, Gao Xixi, tuvo que enfrentarse a los mismos retos que John Woo, junto a las expectativas ya creadas por la mítica Acantilado Rojo de 2008. Se trataba de condensar una historia de dimensiones épicas, modernizar la absoluta falta de personajes femeninos, dar personalidad a héroes que en la novela son secos como una piedra y, además, hacer que fuese entretenida y espectacular con un presupuesto limitado en comparación con el de una película. Fascinantemente, la serie cumplió todos sus objetivos.
El primer paso era escoger entre las numerosas líneas argumentales. La razón por la que serie se llama Tres Reinos, en lugar de El romance de los Tres Reinos (三國演義) como su predecesora de los 90, es porque no solo bebe de la novela, sino también de fuentes históricas, con un poquito de argumento añadido por los guionistas. Para hacer que la historia avanzase un poco más rápido se decidió iniciar la serie in medias res, justo en lo que sería el capítulo 5, terminada ya la rebelión de los Turbantes Amarillos. El argumento tampoco llega hasta el final de la novela, sino que termina en el equivalente al capítulo 100, cuando ya han muerto dos generaciones de protagonistas y el final de la obra ya es de por sí evidente.
Para evitar que el espectador se pierda, nada mejor que centrar los enfrentamientos por partes. Muchos de los personajes son fusionados los unos con los otros para evitar malentendidos, y aunque es difícil recordar a todos, está claro el tremendo protagonismo de Liu Bei y sus hermanos, Cao Cao, Zhuge Liang, Sun Quan, Lu Bu, Cao Pi y Sima Yan. De hecho, muchos de los protagonistas entran en la historia antes o después para evitar equívocos en el futuro. Esto incluye la aparición de un Sun Quan de apenas 8 años en la campaña contra Dong Zhuo para mantener su protagonismo desde el principio (el pobre ya sale bastante poco a pesar de su importancia), o retrasando la aparición de Zhuge Liang y Sima Yan hasta que tienen un papel activo.
Por el lado femenino, el campo de nabos de los Tres Reinos volvía a poner las cosas difíciles, pero los guionistas consiguieron volver a salir del paso. Por una vez las mujeres de los Tres Reinos no están solo para traer la perdición a sus respectivas parejas. El amor de Diao Chan y Lu Bu es genuino, la hija de Cao Cao adora a su esposo el emperador Xian; Sun Shang Xiang, la esposa de Liu Bei no solo posee armas, sino que se enfrenta en un duelo a Liu Bei en su noche de bodas. La esposa de Zhou Yu cumple un claro papel en la salvación de Zhuge Liang en la batalla del Acantilado Rojo. Se sigue notando la ausencia de mujeres protagonistas, pero es un avance.
Por el lado de las batallas no se escatimó en recursos y efectos especiales, pero sin perder la visión general, eliminando aquellas batallas que no ofrecían nada a la historia y centrándose en las más importantes.
En cuanto a la caracterización de los personajes, por primera vez hablamos de unos personajes bien llevados. Desde la obsesión de Zhuge Liang por cumplir los designios de su amado Liu Bei, hasta el sufrimiento de Cao Cao y toda su familia por ver quién le iba a suceder en el poder. Así no solo vemos los enfrentamientos y razonamientos, sino las tremendas dudas y la pena de unos héroes que no están tan seguros de serlo. Indagar en los enfrentamientos entre personajes consigue que los 6 capítulos dedicados a la batalla del Acantilado Rojo sean trepidantes sin necesitar inmensos y costosos efectos especiales.
Y es que el presupuesto, equivalente a 30 millones de dólares, es espectacular para una serie china, pero insuficiente para gastos superfluos. Por ejemplo, Ken Watanabe no consiguió el papel de Guan Yu porque pedía un sueldo excesivo. No importaría, porque un excelente Yu Rongguang parecería la mismísima encarnación de Guan Yu.
Resumiendo un poco, una serie excelente de 95 capítulos, cada uno mejor que el anterior. Todo ello acompañado de una música de una belleza innegable que lo mismo te hace vibrar con el principio épico, como llorar cuando los tres hermanos vuelven a reunirse tras su anterior derrota frente a Cao Cao con esta emotiva pieza:
Si tengo que escoger un gran acierto de la serie, uno más quiero decir, es la elección de Chen Jianbin como el maquiavélico Cao Cao. Un hombre capaz de reírse ante la muerte y la vida, hacer planes con décadas de antelación o lamentar la caída de sus seres queridos, con una complejidad como nunca se le había dado antes y, porque no decirlo, con un punto de locura que lo hace entrañable.
Todo esto convierte a Tres Reinos en una de las mejores adaptaciones de un clásico a una serie de los últimos tiempos, con momentos trepidantes, drama, una música impecable y 95 capítulos cargados de belleza y dolor. Yo he de reconocer que lloré con la muerte de algunos personajes.
Lamentablemente la serie nunca ha sido traducida a ningún idioma occidental. Hay una versión con fansub hecha con todo el amor del mundo por afines al foro Scholars of Shen Zhou, con unos subtítulos impecables. Aunque no es una serie fácil de seguir si no eres un gran fan de la obra, debido a la multitud de personajes y al hecho de que emplean los nombres de cortesía e históricos entremezclados, como es en la novela original, lo que puede llevar a confusiones. Esperemos que algún día haya una versión en español.