De Ben – Hur, la serie de los Tres Reinos, el tocino, la velocidad y las apariciones marianas

Éste es probablemente uno de los posts más confusos que he escrito. Por un lado está inspirado en muchas cosas: mi reciente lectura de Ben – Hur, un artículo antiguo de mi blog que hace poco releí y al que voy a plagiar un poco, la serie de los Tres Reinos de 2010 y un artículo diciendo que Canción de hielo y fuego era una mala saga porque dependía de los spoilers. No puedo referenciar el último artículo porque no recuerdo el nombre, y Google no muestra críticas negativas de la saga de George R. R. Martin, por mucho que las busque.

Vamos, que tengo un batiburrillo de ideas, a ver si las consigo convertir en algo decente.

Ah, sí, lo olvidaba. Este post también está motivado por el hecho de que también escribo relatos y novelas, y me gusta pensar sobre la escritura de vez en cuando.

Pero yendo al tema, estos días he estado trabajando en resucitar la novela Ben – Hur, la original, para que esté disponible en Kindle, ya que no había ninguna versión en español. Empecé motivado por el fervor de mi padre a esa novela y a la versión de Charlton Heston, que seguro que no tiene que ver con el último remake. Mi propio padre me ha llamado varias veces, preguntando qué tal iba el proyecto.

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Mi mayor sorpresa, una vez acabado, ha sido lo mucho que me ha gustado la novela. Si seguís esta página, sabréis que no es la primera vez que trato de resucitar una novela abandonada, pero la verdad es que Ben – Hur me ha parecido una novela interesante, que trata un tema difícil, como es la venganza y la religión, y que lo hace de forma entretenida, que no es fácil. Sí, habría que coger con pinzas a los personajes, sobre todo a los femeninos, y a veces no es fácil soportar las largas descripciones y disertaciones. Pero desde luego es una gran novela, y, sobre todo, una gran historia que no depende para nada del hecho de saber ya cuál va a ser su final. Todos sabemos al ver la película o leer la novela, que Cristo es crucificado, por lo que saber si Ben – Hur sobrevivirá o no, no es más que pura lógica.

Hoy en día le damos demasiada importancia al hecho de no conocer una historia,  cuando tradicionalmente ha sido lo contrario. Los famosos clásicos, como la Iliada, como los Tres Reinos, eran de sobra conocidos. No se trataba de la historia, sino de cómo estaba contada. Cuando vivía en el Reino Unido le pregunté a mi amiga Hao Huang cómo eran capaces de ver una serie de 95 capítulos seguidos (las series históricas asiáticas solo duran una temporada) como lo es la serie de Tres Reinos, de la que algún día hablaré en esta página. Y su respuesta fue: “No pasa nada si no ves varios capítulos, ya sabemos lo que ocurre”. Me sorprendió, porque por aquel entonces para mí el Romance de los Tres Reinos  era una historia relativamente nueva, que siempre me sorprendía. Y porque, a base de ver series como Pérdidos, yo también me había convertido en uno de esos que trata de evitar los spoilers a toda costa.

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¿Y para qué?

Lo cierto es que, para mí, una buena historia, una historia inmortal, un clásico, es aquella que no depende de la sorpresa, ni siquiera de unos personajes completamente elaborados (aunque eso no quiere decir que sean planos), porque es una buena historia y puede ser contada una y otra vez, no solo eso, se puede adaptar la historia si es necesario, o ampliarla, porque tiene un argumento a prueba de bombas. El estilo actual de ciertas historias, basado en personajes complejos y sorpresas por todas partes, carece de equilibrio, tal vez porque nuestro cerebro es finito y hay que sacrificar algo. Así que se sacrifica el argumento. A estas alturas ya hay muchos que se imaginan que la saga de Canción de hielo y fuego, va a tener un final que desmerecerá el resto de la saga. Y lo hacen porque no es la primera vez que ocurre.

Las historias épicas no han cambiado tanto desde la antigüedad: largos viajes, grandes odios, guerras civiles, asedios terribles, pero no hay tiempo para desarrollarlas. En el mejor de los casos, llevaría décadas acabarlas o para crear ese final cristalino en el que todo tiene sentido, por lo que el autor está condenado a la chapuza o la muerte, como el pobre Robert Jordan.

Pongamos dos ejemplos comparables: Canción de hielo y fuego y El Romance de los tres reinos. Son comparables porque ambas apelan a los mismos sentimientos, con feroces guerras civiles y multitud de personajes. Hasta tal punto esto es así, que varios de los temas de los foros del Romance de los Tres Reinos se repetían en los foros de Canción de hielo y fuego. El primer libro, Juego de tronos, es el preludio a una terrible guerra civil, que incluye intriga en la corte, una batalla inicial y una serie de cambios… Para ello, el autor necesitó nada más y nada menos que 800 páginas. El Romance de los tres reinos, para contar una situación parecida emplea “solo” 5 capítulos. Así que ahí tenemos un montón de series, películas, y sagas con unos principios fascinantes y unos finales de mierda. El final que me hizo reflexionar por primera vez sobre estos asuntos (aunque no era una mierda, estrictamente hablando), fue el de la saga La Torre Oscura, saga a la que le tengo mucho cariño, pero a la que quizás Stephen King le tenía que haber dedicado una década más.

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Y bueno, creo que ya he mezclado suficientes cosas por hoy, en el próximo post no creo que hable de las apariciones marianas (¿pillará alguien la referencia?) XD.

 

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